Posts etiquetados ‘responsabilidad’

La economía se define como el conjunto de las actividades económicas en las que se producen transacciones de bienes, personas, dinero y / o servicios, ocurridas dentro de un mismo sistema (local o global) entre los diferentes agentes que intervienen en un mercado. El proceso se inicia con la existencia de necesidades de los agentes del mercado (primarias o secundarias, empresas o personas) por las cuales se deben administrar los recursos existentes y producir bienes o servicios para satisfacerlas.

El sistema se auto regula, es decir, el precio que pone la oferta no será absorbido por la demanda hasta que ambos agentes coincidan en un punto de interés en qué la cantidad y el precio se asimilen a las necesidades y disposiciones de la demanda.

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Entonces, si el sistema se auto regula y ajusta, ya no podemos preguntar Qué sino, ¿Quién nos ha conducido a una situación tan dramática como la actual?

Todos, o lo que es lo mismo, los agentes que intervienen en los mercados han alterado las reglas del juego y las bases para participar en la economía. Y, ¿Cómo han modificado dichas reglas?

  • Imposición de Aranceles e Impuestos a las importaciones/exportaciones
  • Subvenciones para fomentar sectores deficitarios
  • Corrupción en todos los ámbitos de decisión
  • Inyecciones masivas de dinero y facilidad de crédito en el mercado provocando el aumento, en forma de burbuja, de los precios de bienes de primera y segunda necesidad
  • Exceso de gasto público en épocas de bonanza
  • Y un largo etcétera

Miles de preguntas vuelan sin respuesta, pero todas ellas adoptan una óptica interna. Por ejemplo, en España sólo nos preguntamos cómo podemos salir de la crisis NOSOTROS, pero no pensamos en soluciones globales que puedan evitar fallos del mercado que nos conduzcan a situaciones mucho más graves en el futuro a nivel internacional.

¿Qué podemos hacer? ¿Qué podemos cambiar? Estas preguntas no las enfoco desde un punto de vista macroeconómico del tipo: podríamos subir los impuestos, imprimir más moneda o bajar los tipos de interés. Básicamente, porque cambiaremos políticas económicas y volveremos a tropezar con la misma piedra.

Con esta base, nace “THE VENUS PROJECT”, iniciado por Jacque Fresco, y con la mentalidad de rediseñar la cultura actual. Su objetivo es reestructurar la sociedad a través del uso de una economía basada en recursos, y no en dinero. La forma de organización se instrumenta a través de ciudades ecológicamente sostenibles, basado en la eficiencia energética, la correcta gestión de los recursos naturales, así como el uso intensivo de las tecnologías de las que disponemos hoy en día, y las que están por venir. La cooperación social y la metodología científica serían las leyes de gobernación e interacción entre los ciudadanos. Su teoría la encontraréis en el siguiente video.

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El Proyecto Venus dista mucho de lo que la realidad nos permite hacer hoy en día, es cierto. No podemos cambiar las bases de la sociedad mundial en dos días, y menos aún, dando un vuelco tan grande a la idiosincrasia de toda la humanidad. Siempre he creído que si tienes que soñar, sueña a lo grande, que si tienes un objetivo, aunque a priori parezca imposible, lucha por él, porque si luchas estarás más cerca que si desistes en el primer momento.

De todas formas, vivimos en la sociedad de la inmediatez. Por lo tanto, en esta época de corrupción, es el momento de alzar la voz, encerrar a los políticos en su burbuja, y centrarnos en autogobernarnos, administrar los recursos adecuadamente, pero sobretodo, abrir las fronteras, dejar flotar libremente los mercados, los recursos y las personas. Los mercados son más inteligentes que los políticos, se ajustarán a las necesidades de sus agentes.

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¿Qué realidad vivimos? Leyendo este artículo, cada palabra que lees pasa a formar parte de tu pasado, y cada palabra por venir será un elemento de tu futuro. Entonces, ¿dónde está el presente? El presente es el gran tema del pasado.

La sociedad capitalista que nos rodea está medida, básicamente, en dinero. Cada uno de nosotros es asignado, voluntaria o involuntariamente, a una escala social, en base a la cual se nos atribuyen una serie de comportamientos y actitudes que se desprenden del dinero que poseemos. Pero, ¿cómo se mide la vida de una persona? La respuesta no es fácil, aunque parece bastante obvio que la mejor manera de medir la vida de alguien no es con cuánto dinero ganó, cuántas veces se casó o cuántos hijos tuvo, sino cuántos años vivió.

El otro día escuché una frase que me hizo reflexionar, y que inspiró parte de este artículo. Kilian Jornet, en el programa “El convidat” de TV3, a la pregunta de si para él el dinero era importante respondía: “Obviamente es un factor importante, porque el sistema está basado en el dinero, pero el dinero hay que utilizarlo para comprar tiempo, no usar el tiempo para conseguir dinero”.

Hoy en día, vivimos en una sociedad invadida por largas jornadas de trabajo, redes sociales, deporte, vicios, hobbies. ¿Dónde queda la familia y los amigos? ¿En qué plano dejamos los planes de futuro, cuando estamos tan obcecados en vivir nuestro “presente-pasado”?

Os dejo un link sobre las diferentes perspectivas del tiempo según religiones y sociedades:

Es evidente que no podemos retroceder en el tiempo, a rememorar aquellas noches de verano en las que los vecinos de un bloque o una calle, salían a tomar el fresco en un amistoso “corrillo” que se dedicaba a comentar la actualidad, a debatir temas banales o simplemente a disfrutar de la compañía del mundo real. Pero más evidente me resulta que el hecho de estar tan conectados con el mundo virtual (Facebook, Twitter, Linkedin, Pinterest, Instragram, Whatsapp…) nos está desconectando del mundo real (amigos de verdad, familia, grupos de interés, compañeros de trabajo,…).

De la misma forma, ¿cómo afecta la celeridad de la sociedad actual en el mundo de la empresa? ¿De qué valores temporales carecen las empresas de hoy en día?

El trabajador actual ha rescindido sus valores de permanencia y lealtad a la empresa, por los de dar el máximo de sus posibilidades durante un corto periodo de tiempo, para ir escalando por las posiciones de la pirámide empresarial, pero no en la misma empresa, sino usar cada empresa como un trampolín que lo catapulte a una mejor posición en otra empresa. Se utilizan las empresas por cortos periodos de tiempo entre 1 y 5 años, para mejorar en posición y sueldo. No se utiliza el dinero para comprar tiempo, sino todo lo contrario.

Entonces, qué visión del tiempo debemos adoptar? ¿Dónde queremos vivir, en el ayer, en el hoy o el mañana?

HOY, y digo, HOY, porque este es nuestro presente, hay que valorar que el tiempo es ORO, pero que las personas valen mucho más que cualquier elemento material. Hay que dedicar tiempo a las personas que consideramos importantes, y que queremos tener a nuestro alrededor en el futuro próximo. De la misma forma, hay que emplear el máximo esfuerzo en el trabajo, para con ese dinero conseguir comprar nuestro tiempo, presente o futuro, que nos garantice los niveles de felicidad deseados.

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Siguiendo el hilo de los posts precedentes en los que se han tratado temas como el sentido de la responsabilidad en la actualidad o la realidad que rige el mercado laboral y nuestra sociedad, creo que es un buen momento para discernir en algunas líneas un concepto vital para reflexionar sobre la evolución que ha seguido, sigue y seguirá nuestra Historia: el liderazgo.

Transmitir, ayudar, dirigir o innovar son características no solamente deseables si no necesarias e intrínsecas de cualquier líder. Son muy pocos los elegidos y aunque siempre quede el debate de si un líder nace o se hace, en mi opinión, hay que nacer para hacer. Sin embargo, aspectos como la falta de meritocracia, el contexto que rija un determinado momento de la Historia, la gran capacidad que tienen los medios de comunicación de influir en nuestro pensamiento, la dificultad para satisfacer a todos, las diferentes gafas con las que se puede proyectar el mundo y el insaciable poder de los intereses económicos hacen que sea una ardua tarea liderar de una forma pura. Además, en muchos casos, el liderazgo acaba desencadenando en consecuencias poco deseables o absolutamente despreciables.

Por estos motivos y remetiéndome directamente al post “uno es para siempre responsable de lo que decide” es tan importante saber asumir la responsabilidad  que cada uno le corresponde y actuar o liderar consecuentemente. La capacidad de poder decidir libremente, sin embargo, parece una clara utopía pues afortunada o desgraciadamente el maquiavelismo del “fin justifica los medios” ha estado siempre muy presente en nuestro devenir dejando, acertadamente o no, ética y moral en estadios muy pobres en cualquier proceso de decisión. Entiendo que si hubiera sido de alguna otra manera, aquella sociedad que diseñaba Platón en su República se acercaría algo más a la nuestra, lo que obviamente no deja de ser una utopía.

¿Cómo podemos, pues, diferenciar entre un buen y un mal líder? Aunque la respuesta pueda parecer obvia, quiero pensar que cuando juzgamos a nuestros líderes o actuamos como tales tenemos en cuenta cada uno de los aspectos descritos en los párrafos anteriores. De lo contrario, posiblemente seremos fácilmente manipulables o nos creeremos líderes cuando realmente seremos simples marionetas. De esta manera, el buen líder es para mí aquel que ha reflexionado sobre las limitaciones externas que afectan a su cometido y ha decidido libremente encabezarlo, siguiendo en cada momento unos principios intrínsecos a su persona y convencido que la tarea que le ocupa tendrá unos beneficios comunes sobradamente superiores a los personales.

Estos son dos de los líderes más visibles de nuestro entorno. ¿Cómo los consideráis? Aceptamos sugerencias…

 

 

 

 

 

DVM

Son muchos los ejemplos de irresponsabilidad en este momento vital que todos vivimos. Pero mi cometido no es describir el suceso, sino tratar de descubrir pistas, que aunque de débil trazada nos ayuden a encontrar explicaciones. Uno siempre debe tratar de hallar explicaciones  porque  a pesar que nunca encontrará la correcta, siempre acometerá su verdadero sentido: apaciguar la mente.

Pero ¿qué es la responsabilidad?, ¿qué misterios esconde? Toda pregunta merece surcar siempre una respuesta y tras analizar múltiples definiciones me quedo con la kantiana: “La responsabilidad es la virtud individual de concebir libre y conscientemente los máximos actos posibles universalizables de nuestra conducta.” Asustarse ante la magnitud de la definición es humano, pero más humano es humanizar la definición. Sentirse responsables de algo es el único camino para disfrutar de la gloria. Sin responsabilidad, no hay gozo, no hay satisfacción, no hay triunfo. Hasta aquí parecía que el discurso podía tomar aires demasiado abstractos, pero con el triunfo a todos nos gusta cruzar el umbral de lo tangible. La responsabilidad es la potencia de todo triunfo. El mayor triunfo de Guardiola fue la responsabilidad del timonel, el no esconderse nunca, el disfrutar de sus decisiones. Y la responsabilidad también te puede hacer llorar, aunque sólo sea epistolarmente  como cuando Einstein vislumbró que su teoría de fusión del átomo había desencadenado  las explosiones atómicas en el país nipón.

Pero ¿dónde está hoy la responsabilidad? ¿Dónde? La he buscado en la sabana africana, en el Congreso de los Diputados, en los controles antidoping, en el Consejo de Administración de Bankia, en el plató de Telecinco; y no la encuentro, tristemente no la encuentro. De pequeño me habían dicho que “no hay nada más bonito que algo que tú has hecho”. La naturaleza,  siempre altivamente màgica, no se esconde de sus obras.  Hay momentos que la responsabilidad es ineludible: el hielo congela, un bebé siempre nace de su madre, y es imposible reír y sentirse uno mal.

Así pues, si la naturaleza no teme esconderlo, ¿por qué el ser humano de hoy día, en su inagotable afán de gloria, sí? A mi entender no hay ningún proceso reflexivo que ocurra porqué sí. La falta de responsabilidad de hoy es fruto de una laxitud moral en el sistema. El ser humano debe exigir la responsabilidad en cualquier acción y decisión (pública o privada) directamente proporcional a la magnitud de ella. Qué nadie quede impune de responsabilidad, como ningún éxito debe olvidar a sus responsables.

Este Post es un llamamiento a la responsabilidad. Un llamamiento para recuperar ese sentido libre y consciente de responsabilizarse de todo lo que pensamos, hacemos y deseamos. La responsabilidad nos llevará constantemente a la inseguridad, pero sólo ella nos llevará al verdadero triunfo. Señoras, señores, ¿qué tal si empezamos y nos responsabilizamos del futuro?

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