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Generación perdida 1

Esta semana, jóvenes españoles repartidos por todo el mundo, se manifestaron en las plazas principales de ciudades extranjeras donde se encuentran trabajando, para reprochar al actual y anterior gobierno español que han sido echados del país.

Estos jóvenes forman parte de lo que llaman generación perdida. Los jóvenes entre 15 y 30 años que se han encontrado con un panorama inesperado. Un entorno económico-social que no les ofrece las posibilidades que esta sociedad les había prometido.

Es cierto, en España hay alrededor de 65% de jóvenes menores de 24 años sin trabajo. La tasa del paro ya llega al ~25% y las perspectivas de futuro prometen que esta situación va a perdurar durante los próximos 5 años, por mucho que cada inicio de año se nos venda una historia diferente por parte del gobierno de turno.

Pues bien,  hoy mi post no denunciará que quién nos ha empujado a esta situación, aquellas clases sociales con más poder del que nos imaginamos, nunca llegaran a sentir en sus propias carnes lo que es esta crisis. Tampoco me centraré en denunciar que un gobierno que predica austeridad se lo lleva por debajo de la mesa en sobresueldos, compensaciones, y algún que otro sobre… (No me entendáis mal, aquí no se salva ninguno, ni de derechas, ni de izquierdas, ni del mismísimo centro).

Hoy, mi escrito pretende ser un canto a la esperanza. A esa oportunidad que se encuentra en cada uno de los retos. A ese río revuelto, que supone la ganancia de los pescadores. Hoy, digo alto y claro, que no somos una generación perdida, por mucho que ellos ya nos hayan dado por perdidos!

Por un lado, tenemos a aquellos manifestantes con los que empezaba este escrito. Estamos llamando a esos jóvenes, que han sido capaces de dejar todo lo que conocían, su familia, su entorno, su país, para salir a buscar esa oportunidad que no encontraban en casa! No creo que seamos del todo conscientes de que estos jóvenes, a los que, repito, llamamos generación pérdida,  no se han dado por vencidos y donde han visto una oportunidad, se han lanzado para tomarla y luchar por ella.

Por otro lado, tenemos los jóvenes que se han quedado en España, luchando por un trabajo. Desde otra perspectiva quizá, me gustaría resaltar la fuerza que se necesita para decidir quedarse en un país que ofrece pocas oportunidades laborales, menos aún de crecimiento, y aun así, han decidido quedarse e intentarlo. Permitidme aventurar que estos que se han quedado, y que siguen adelante a pesar de nadar a contracorriente, serán los que saldrán con más fuerza si alguna vez este país vuelve a levantar la cabeza!

Por último, quizá me quede hablar de aquel grupo de jóvenes parados, que por alguna razón se resisten a marchar, que actualmente no hacen nada. Los llamados ni-ni. Quizá para mi este sea uno de los grupos que más me cueste definir, ya que es un grupo tan heterogéneo, que puede incluir desde un licenciado en psicología e historia, con un posgrado en cualquier especialización, hasta un chaval que al acabar la ESO decidió que trabajar en la construcción y ganar dinero era lo suyo, y ahora 5 años después no encuentra nada que hacer.

Para este grupo, la característica común que puede definirles es la que ninguno de ellos quiere formar parte de esa generación perdida. Y si esa necesidad, la de no formar parte de este grupo, es suficientemente fuerte, al final la persistencia le hará salir de este grupo para entrar en los dos previamente descritos.

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Surfeando por internet, he encontrado este escrito que adjunto a continuación. Creo que va un poco más allá de lo que este post pretendía reflejar, si bien me pareció que ofrecía a reflexionar el porqué de esta situación y sobre todo, el porqué de no querer ser considerados un generación perdida como tal.

http://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/es241.pdf

Finalmente, y para acabar, dejarme reivindicar, si bien he dicho que no lo haría, que esta generación perdida puede llegar a convertirse en un país perdido, si olvidamos cuáles son aquellos valores que son la base del éxito y el progreso: ética o valores (tan perdida por las clases más altas y de poder), esfuerzo (tan requerido en tiempos difíciles) y, muy importante, formación.

Necesitamos una sociedad donde los valores y la ética primen por encima del “tonto el último”, el “sino no lo haces, es que eres tono”, y el “es lo que hay, todo el mundo lo hace”. Necesitamos una sociedad donde el esfuerzo prime sobre la pereza o el aprovecharse de que ya lo harán los otros. Y sobre todo, necesitamos una sociedad con una formación de calidad, dónde esos valores y ese esfuerzo se enseñen a respetar y a seguir.

Sin eso, este país no saldrá adelante, y esos jóvenes que un día se marcharon por que no tenían las oportunidades que creían merecer, no volverán.

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L’emigrant

business_start_up

¿Qué caracteriza a todas las empresas, tanto del sector público como del privado, sea cual sea el mercado al que se dirige? Diría yo que la búsqueda de rentabilidad o, más bien, la búsqueda de viabilidad financiera y aportación de algún tipo de valor. No hace falta ser un gran entendido para ver que cualquier empresa, sea cual sea su naturaleza, necesita que le “cuadren los números” para poder seguir ofreciendo su servicio, ya sea con fines lucrativos o de índole más social (como en el caso de las ONGs).

Cada día me quedo maravillado con simplemente abrir el periódico. Es sorprendente la gran capacidad de adaptación al cambio de las empresas y su capacidad para buscar constantemente nuevas oportunidades. En los tiempos de carencia económica que vivimos, siguen apareciendo personas capaces de ver en un obstáculo una oportunidad, y en lugar de bajar los brazos ante las dificultades deciden reaccionar y salir reforzados, encontrar oportunidades… porque como bien indica el título de este escrito; A río revuelto, ganancia de pescadores…

Todos somos conscientes de que no vivimos una situación ideal económicamente hablando. Sólo en España han desaparecido más de 200.000 empresas desde 2008 y se ha sobrepasado con creces la cifra de 6 millones de parados. Pero también es cierto que aquellas empresas que consigan superar esta crisis económica saldrán reforzadas a medio-largo plazo ya que dispondrán de una base financiera y estratégica mucho más sólida para poder, una vez superado este bache, potenciar su actividad.

Las grandes empresas que conocemos, se crearon en su día buscando la solución a una necesidad o carencia del mercado y, a medida que ha ido pasando el tiempo, han tenido inevitablemente que reinventarse para adaptarse a la evolución social y tecnológica vivida. Del mismo modo, irán surgiendo empresas que en un futuro serán referentes en su sector y todas ellas compartirán una misma característica; estarán lideradas por emprendedores que entienden cuáles son las claves del éxito.

Después de leer muchas entrevistas de diferentes emprendedores, artículos de periodistas especializados y estudiar varios “casos de éxito”, estás son las cuatro variables que creo comparten la mayoría de emprendedores que han logrado alcanzar sus objetivos:

–          Innovación: tener un producto diferenciado es clave para su desarrollo en el mercado. No tiene por qué ser una idea revolucionaria pero sí aportar suficiente valor añadido para que el consumidor lo aprecie. Pero innovar no es sólo cuestión de producto, innovar es esencial en todos los ámbitos que engloban una compañía.

 

–          Solidez financiera: cuando hablamos de solidez financiera acostumbramos a referirnos a proyectos a largo plazo que requieren de músculo financiero. En estos casos, resulta imprescindible para las empresas controlar el flujo de caja y tener muy claro cómo van a ganar dinero para hacer rentable la inversión.

 

–          Proyectos a largo plazo: son aquellas empresas constituidas por personas amantes de lo que hacen y convencidas de que su producto es el apropiado para cubrir alguna necesidad de mercado. Pocos son los empresarios que montan un negocio con el objetivo de venderlo y dar un “pelotazo” en poco tiempo o, en otras palabras, pocos empresarios crean un negocio con visión a corto plazo.

 

–          Mercado definido: es clave tener claro el mercado en el que se opera, los competidores directos e indirectos, y encontrar el nicho adecuado para desarrollarse. Los iluminados que creen haber encontrado el “santo grial” y dicen no tener competencia acaban quedándose en el camino.

Es largo el número de empresas que se han creado en estos dos últimos años y están triunfando. El link que  incluyo a continuación de este párrafo recoge 41 empresas consideradas start-up, de las cuales el 90% factura más de 100.000€ anuales (en el caso de las empresas con más de dos años, todas prevén haber ingresado más de 500.000€ a un año vista y el 54% ha alcanzado un volumen de negocio superior a los 5 millones de euros).

http://premio2012.emprendedorxxi.es/index.php?mmod=staticContent&IDf=287

Un ejemplo claro de esta lista es JobisJob, empresa que a través de su herramienta de búsqueda de empleo facilita el contacto entre los demandantes y los ofertantes de empleo, tan necesario en los tiempos que corren.

No intento ser naive ya que obviamente no es sencillo, requiere de mucho esfuerzo y coraje el decidir emprender. Pero las oportunidades están allí fuera y será el que decida arriesgarse y aprovecharlas el que conseguirá sus objetivos, el que cumplirá sus sueños.

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“La inspiración existe, pero que te encuentre trabajando” P. Picasso

Nuts

 

Menos de 30 y más de 50, juventud y experiencia, dos conceptos que no casan en la empresa de hoy 

“Llegamos a la empresa SANNEST, con traje y corbata, estamos a más de 30 grados. Los hombres de negro nos llaman. La situación en este país no acompaña, y parece ser que tendremos que llevar a cabo un “alineamiento con los objetivos de la empresa, a nivel global”, como algunos lo llaman. No nos engañemos, esto es una reestructuración en toda regla. Le puedes poner piel de cordero al lobo, pero sigue siendo un lobo.

Después de dos semanas realizando una jornada laboral que equivaldría a la de dos o tres personas juntas, se ha decidido eliminar 20 “posiciones”, y recolocar otras 15. Le llaman posiciones por no hablar de personas. No es aconsejable sacar los organigramas de la empresa, pues estos poseen nombres, y las “posiciones” no deben tener nombre, ni cara, ni familia, son sólo eso, posiciones.

Curiosamente, el 80% de esas posiciones tienen más de 50 años, habiendo trabajado en esa empresa más de los años que yo tengo. El resto, no llevan más de un año en la empresa.

Con una sonrisa por parte de ambos (los hombres de negro y el equipo directivo de SANNEST) y un gran apretón de manos, nos vamos de allí sabiendo que nuestra objetivo ha sido cumplido: reducir la plantilla, es decir, el coste que acarrea la empresa, y proponer una nueva estructura que, con suerte, será capaz de llegar al mismo nivel de ventas que cuando tenían 20 personas más”

Cuando uno se plantea una restructuración de la  empresa, como decíamos antes, reducir la plantilla, siempre hay dos tipologías de personas que serán el foco de esa reducción: los menores de 30 años, y los mayores de 50.

Cuando para algunas culturas las personas mayores de 50 años son aquellas más valoradas por su conocimiento y experiencia, por aquello que han vivido, y por todo lo que pueden transmitir a las generaciones venideras, parece ser que para nuestra cultura, eso es más bien lo contrario.

La visión de la empresa acerca de esas personas mayores, que nunca llegaron a puestos directivos, es mucho más próxima a la de una persona sustituible, “un problema para la renovación de la empresa”, al fin y al cabo, “un fardo demasiado pesado para llevar en tiempos de crisis”, que no a una fuente de experiencia y conocimiento.

Por otro lado tenemos a los jóvenes menores de 30 años. Ellos, que deberían ser el futuro de nuestra sociedad, y en los que más se debería invertir para hacer crecer nuestro país, ahora mismo son tratados como un recurso prescindible y reemplazable.  Así es que acabamos con jóvenes sobrecualificados por unos puestos de trabajo precarios y a corto plazo, que alargan su vida universitaria esperando tiempos mejores.

Resumiendo, tenemos un grupo de personas, mayores de 50 años, que son empujadas a dejar el mercado laboral por el gran coste que suponen, y otro grupo, menores de 30 años, que se les impide entrar en el mercado laboral, y cuando lo hacen es de forma precaria e incierta.

¿Es este un síntoma de la sociedad que hemos creado? ¿No será este, a su vez, una causa de la sociedad que estamos creando para el futuro?

¿Qué tipo de sociedad esperamos encontrar en 30 años, cuando estos jóvenes sean las personas mayores de 50?

Dicen que las crisis son tiempos de oportunidades, de innovación. Quizá sea el momento que “innovemos”, y que volviendo a nuestras bases, incluyamos en la sociedad del futuro ambas generaciones, padres e hijos.


 

L’emigrant