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¿Quién puede negar que los colores son bellos por sí solos? ¿A caso el arcoiris no es uno de los fenómenos naturales más conmovedor para el ser humano? En este artículo utilizaré tan sólo 3 colores (blanco, negro y gris) de toda la escala cromática para describir y denunciar un fenómeno psicosocial de gran impacto en nuestras vidas profesionales y personales: la supremacía del gris.

La sociedad en la que vivimos (me refiero a la occidental) tiene mecanismos para controlar la moralidad a su antojo. Esta afirmación de aires marxistas tan sólo trata de reflejar una corriente de hechos observables con una pequeña dosis crítica. Veamos ejemplos: políticos que incumplen la mayoría de su propuesta electoral, empresas que violan tratados internacionales por intereses comerciales y encima son subvencionados por Estados democráticos, futbolistas que se sienten tristes o programas de televisión que se lucran del afán egocéntrico humano que sus cámaras crean y destruyen al ritmo de la audiencia.

La línea entre lo bueno y lo malo está cada vez más difusa,  es más gris, y esta es una de las armas de destrucción económica y psicológica más poderosas que existen. ¿Suena fuerte? Si eso os parece seguid leyendo…

El límite entre lo normal y lo anormal en cuestiones morales se está diluyendo. Las conductas antes criticables y censurables ahora pasan desapercibidas debido a su proliferación. Este hecho conlleva a la modificación de los límites legales y económicos válidos en nuestra sociedad para no permitir que muchos individuos, que generalmente son poderosos, salgan de la zona gris, y caigan en la zona problemática o negra. En otras palabras, se nos está haciendo creer que nada es blanco o negro; que todo es gris, que en el gris se haya la realidad y se mueve la mayoría. Esto que en las empresas, familias y gobiernos puede parece una ley de oro (y permítanme añadir que la democracia actual se puede aprovechar de ello) es lo que en psicología se denomina “acoso moral”. Este concepto desarrollado por la psicóloga, psiquiatra y psicoterapeuta Marie France Hirigoyen denuncia que “nuestros hijos aprenden a seducir, hacer trampas y mentir para tener éxito. […] Los casos de manipulación que trato son una especie de alegoría de lo que sucede en el mundo.”

Aprovecho de nuevo una grandilocuente expresión para pasar a la acción. Necesitamos introducir el blanco y el negro, el negro y el blanco, en todos nuestros modelos de análisis. Debemos saber qué es el blanco y qué es el negro en todas las situaciones cuotidianas: cuando confeccionemos un Plan de Desarrollo de Negocio, en la elección de un portfolio de inversión o en plena reflexión/negociación con algún miembro familiar. Debemos ser capaces de saber en términos absolutos qué está realmente bien o mal para no caer en el error y ser el blanco perfecto (xenofobias de lado) del acoso moral. Por el contrario, estaremos evocando la sociedad a una situación socioeconómica que generará sufrimiento: tanto económico (suerte que éste no duele), como sufrimiento psicológico (y éste sí que duele y tiene las peores consecuencias: infelicidad).

Nuestros hijos deberían aprender que para tener éxito, el camino no es hacer trampas y mentir. Que cuando gestionen a sus trabajadores, no les consideren piezas de ajedrez para ganar su partida, sino que sean conscientes que la partida es otra, porque en un tablero de ajedrez siempre se conoce el blanco y el negro.

Kritikosum